El período histórico en el que nos corresponde vivir es la época en el que la sociedad global como serpiente cambia de piel. En el mundo se vienen sucediendo movimientos tectónicos convulsos, porque en el umbral tenemos a una nueva formación socio-económica, los BRICS. Sin duda, lo que se viene sucediendo engloba varios de los acontecimientos más importantes de los últimos años y en cada acontecimiento grande hay múltiples contradicciones y una es la que adopta el papel dominante. En el sistema capitalista del mundo de hoy, la del Globalismo Imperial, existen tres contradicciones generales que hacen que la rueda de la acumulación prosiga su pesado andar:
1. La contradicción capital-trabajo.
2. La contradicción países imperialistas- países y/o naciones oprimidas.
2. La contradicción entre potencias rivales.
Como bien sabemos, la segunda había ocupado el lugar preponderante durante las últimas décadas, con el dominio imperialista estadounidense haciendo y deshaciendo a su gusto y sin ningún rival que pudiese hacerle frente de manera clara. Sin embargo, parece que dicho estado general está viéndose modificado. Así pues, la idea que merece ser destacada, más allá de hechos puntuales, es la de que la contradicción principal, que actúa como motor del sistema capitalista, está pasando a ser la relativa al conflicto inter-potencias, es decir, que las tensiones subyacentes y siempre existentes entre las grandes potencias, tanto regionales como globales, comienzan a hacerse cada vez más visibles, con la posible formación de un bloque económico alternativo, los denominados BRICS. Esto supone que en términos generales, y en aras de conseguir una comprensión general de lo que está sucediendo podemos resumir diciendo que se observan tres escenarios interconectados entre sí, y que muestran cómo ese dominio estadounidense que había imperado durante las últimas décadas, basado en la explotación y subordinación de los países y naciones oprimidas, está poco a poco despedazándose debido a la aparición de los BRICS. Estos tres escenarios son:
1. El primero, en cuanto a la cercanía respecto a las tierras en las que nos hallamos es el de Ucrania, donde los estadounidense y la UE con la OTAN como brazo armado, intenta acorralar al oso ruso, quien se encuentra a la defensiva, evitando ser fragmentada e intentando recuperar su espacio en el tablero internacional tras la implosión soviética.
2. El segundo de los escenarios nos lleva al este, a Oriente Medio, donde el bloque formado por Israel-Arabia Saudí-USA está en litigio contra otro grupo, el Eje de la Resistencia de la región liderado por Irán. El imperialismo ha ido balcanizando grandes extensiones territoriales que otrora parecían tener seguro un lugar bajo el sol y en estos momentos el Holocausto palestino es la manifestación más cruda de lo que significa el dominio imperialista en esta zona.
3. Y por último, pero no menos importante, tenemos el teatro del Pacífico, que a pesar de que las aguas están algo más tranquilas parece claro que es donde el imperialismo estadounidense procurará desestabilizar al dragón chino, potencia dominante en ciernes y posiblemente nueva locomotora de la economía mundial.
Para los que niegan la posibilidad de una nueva confrontación mundial entre potencias, vale la pena detenerse un instante en la idea bastante extendida entre la población de que por las enormes interrelaciones económicas actuales existentes en términos globales, hacen del todo imposible una deflagración de dimensiones pavorosas. Debemos recordar aquí que un similar espíritu anidaba en las conciencias de la época en vísperas de la Primera Guerra Mundial (1914). Por aquellos tiempos, el libro “La gran ilusión”, publicado en 1910 por Norman Angell, enarbolaba su optimismo respecto a las relaciones inter-imperialistas del momento. Un vizconde inglés llamado Esher, tras leer dicha obra, llegó a razonar frente a la alta comandancia británica que los crecientes nexos económicos hacían que la guerra fuera más difícil e improbable cada día que pasase. Por todos es sabido cuáles fueron los acontecimientos que tuvieron lugar tan sólo cuatro años más tarde, echando por tierra esa “gran ilusión”, por lo que intentar seguir razonando sobre la imposibilidad de un conflicto de grandes proporciones en base a la creciente interdependencia económica mundial no puede suponer más que un brindis al sol, una especulación construida sobre deseos y no sobre hechos reales. La historia ya nos ha mostrado suficientes pruebas acerca de cómo opera el imperialismo.
Una reflexión final
Sabemos cuál es la situación geoestratégica de nuestro País. Desgraciadamente, la retórica humanitarista, como pieza clave de la maquinaria ideológica imperialista, ha penetrado profundamente en la izquierda actual y es usada con profusión y tanto vale para justificar una posición política como la contraria. Y es que ese discurso que nos apremia a la toma de posición, desde el sentimentalismo y una abstracta y bastante selectiva indignación moral, no es más que una forma de mantenernos eternamente a remolque de las coyunturas, siempre urgentes, evitando la toma de una perspectiva necesaria para acometer la transformación consciente de la misma en cualquier situación.
